El conflicto de interés se da cuando un médico recibe un apoyo económico de la industria farmacéutica para asistir a un congreso internacional o recibir capacitación en alguna terapia o dispositivo médico.

González Dambrauskas promovió la reflexión sobre estos temas en el ciclo sobre literatura médica que desarrolló este año en No toquen nada. En esta mesa consideró que Uruguay ha avanzando en la conciencia sobre este tema pero advirtió sobre lo “redituables” que son los médicos para las farmacéuticas.

“La DGI recibió una consulta de una industria farmacéutica para que le descontaran impuestos porque parte de su plan de negocios es fidelizar a los médicos. Está estudiado que por cada dólar que invierten en nosotros se le devuelven cuatro. Somos muy redituables”, afirmó. 

Delgado es la presidenta del Colegio Médico del Uruguay y consideró que no se puede juzgar lo que pasaba en los 80 o 90 con lo que sucede en la actualidad, donde el trabajo médico está más profesionalizado. 

En esas décadas “los médicos jóvenes solo podían trabajar en la Facultad de Medicina, salvo que tuvieran un amigo que los pusiera en una mutualista. Ahí además ganaban dos pesos. Entonces si papá y mamá no lo ayudaban, no iba al congreso. Ahí aparecía el amigo del laboratorio que le decía que lo podía apoyar y el médico iba gracias a eso”, afirmó la oncóloga. 

González Dambrauskas advirtió, sin embargo, que “hoy los que más viajan por la industria no son los residentes sino que son los grado cuatro, los grados cinco que tienen otros caminos para hacerlo”, señaló.

Los tres médicos hicieron hincapié en la necesidad de declarar el conflicto de interés. Que exista no es malo de por sí, siempre que se declare.

“Hay que declararlo y la institución donde te estás presentado para dar una charla o lo que sea, lee tu declaración y te dice si podés participar o no, o lo expone a todos”, dijo Delgado.

“Cuidado con los radicalismos”

Dayan, hoy profesor agregado de cirugía cardíaca, recordó que cuando comenzó a trabajar como médico tuvo conflicto de interés.

“No tenía dinero para ir a un congreso en el exterior y la institución donde yo trabajaba, a través de la plata de la industria, lograba ir a los congresos. Hoy en día por suerte me pago la ida a un congreso. Pero mi institución a través del dinero de la industria logra financiarle viajes a las personas más jóvenes. No se puede realizar un congreso médico sin la plata de la industria. Hay que tener cuidado con los radicalismos en cuanto a los conflictos de interés. No está mal tenerlos, hay que declararlos”, señaló.

Esa declaración se debe hacer en los artículos que sobre ensayos clínicos o cualquier tipo de investigación médica con el objetivo que lo conozcan los colegas y los pacientes. Un información que, por ejemplo, podría incluirse en las nóminas de profesiones que publican las distintas instituciones médicas.

Delgado informó que durante el primer año de su gestión al frente del Colegio Médico, se elaboraron los reglamentos de Auspicio, Patrocinio y Préstamo de sala. 

“Una de las condiciones para dar el auspicio, el patrocinio o el préstamo de sala es que todos los expositores declaren sus conflictos de interés. Además no puede entrar la empresa farmacéutica o de salud a la sede donde se realiza”, explicó.

Respecto a los parámetros para definir un conflicto de interés, Dayan puso el ejemplo de Estados Unidos donde se considera que existe cuando un médico recibió más de 5.000 dólares en un año.

“Ahí empiezan los límites y son distintos si yo recibo un apoyo para ir a un congreso o si trabajo para la industria. Yo puedo ser pago por la industria ‘A’ para poner determinado dispositivo. Ahí empieza a ser un conflicto de interés de otra magnitud”, afirmó Dayan.